Había llegado el oscuro abrigo de la fría noche, volvía paseando hacia mi pequeño apartamento, ya no llovía con la fuerza de unas horas atrás, únicamente unas pocas y pequeñas gotas en forma de chispeo. Andaba con la mente distraída pensando en aquella mujer de aspecto frágil pero seductor. Ni siquiera saboreaba el humo del cigarrillo. Solamente tenía una mirada fija y vacía hacia el infinito. Era un duelo de mi mente; por una parte quería ordenar en mi mente todos los datos de la conversación para ponerme con ello lo más pronto posible, y por otra parte únicamente pensaba en los detalles de ella, en todo su ser, empezando por rasgos faciales y otros corporales, pasando por su forma de vestir, su voz y en definitiva todo su ser. Era como si me hubiese hechizado, cual súcubo que roba el alma a su presa después de seducirla.
Intentando poner mis ideas en orden, di un fuerte golpe contra una pared con mi puño. Efectivamente acto seguido el dolor de la mano hizo reaccionar a mi mente, ya podía pensar con más claridad y la molestia de los nudillos evitaba distracciones ahora innecesarias, ya tendría más tiempo para repasar y estudiar aquella bellísima mujer que entró tan inesperadamente en mi vida.
El encargo de aquella despampanante mujer era la publicación de un par de noticias, decía que le gustaba mi forma de escribir, y sacó de un bolsillo unos recortes de los últimos artículos que un pequeño periódico de ámbito local había conseguido que me publicaran. A ellos una serie de calificaciones más o menos objetivas sobre ellos y una serie de alabanzas sobre mi estilo y forma de escribir.
Dijo poseer muchas acciones de un periódico de tirada nacional, claro está que no era la dueña, ni la directora, pero dijo tenerlo todo arreglado para que se me publicara allí. Pero por supuesto que no entraría en nómina, algo a lo que ya estaba acostumbrado por otra parte, se me pagaría por artículo, siempre que este gustara al editor.
Así que tenía una semana para enviar un primer artículo en forma de prueba, sacó un pequeño papel del bolsillo y me dijo que en la empresa que ponía en esa dirección ocurrían cosas raras, lo sabía por un soplo de un policía. Señalando que mi talento merecía una ayuda para asegurarse del éxito, y que consiguiera aquel empleo. Por supuesto no pude evitar ruborizarme levemente. Acompañado de una risa nerviosa, aquel ser casi divino y embaucador me tenia cautivo y sus halagos a mi obra y mi persona solo hacían que embotar mi mente. El mero recuerdo del momento ya me volvía a ruborizar...
Por suerte mientras caminaba pensativo ya había llegado a mi desvencijado apartamento.
De nuevo solo podía pensar en ella, el verdor de sus ojos, el rojo de sus labios y en su sonrosada piel a causa del frescor de la lluvia.
Entré en el patio tirando al suelo de la calle la consumida colilla de mi boca, di otro golpe de nuevo con el puño contra la pared de la estrecha escalera y cerré la puerta ya más centrado y preparado para subir y cenar alguna cosa para luego empezar a planear mi investigación para el artículo.