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Un sueño... un mal sueño...

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Tras un día frío  y anodino, pero a su vez agotador, llega a su casa Quillen. Va bien tapada, ya que es otoño, bufanda y abrigo rojos. Y pantalón, calzado y boina (francesa) negros, haciendo juego con su pelo largo y moreno, que destaca su blanca piel. Se quita el abrigo dejando ver su jersey de cuello alto, verde oscuro. Y se comienza a preparar una ducha caliente para sobreponerse de la sensación de congelamiento que lleva calado hasta los huesos. Aunque con sus veintiún años, en la plenitud y el vigor de su vida, el aire helado, acompañado del estrés de sus quehaceres diarios, parece estar venciendo a su ánimo, e incluso a su salud.

Tras ducharse con un agua muy caliente, y secarse, se pone su pijama de invierno para entrar en calor, y a continuación se prepara una ligera pero reconfortante sopa para cenar. Tras ingerir la sopa, se sienta en el sofá tapándose con una manta, y lee un rato una novela policíaca que lleva a mitad, pero al poco rato el cansancio la derrota, y cabecea, a pesar de gustarle lo que está leyendo. Por tanto, se levanta del sofá, y se acuesta, su cuerpo que debería estar atemperado parece ligeramente febril, y además comienza a moquear. Finalmente tras lavarse los dientes, se acuesta en su cama cubriéndose con su colcha nórdica.

Tarda muy poco tiempo en dormirse, y comienza a soñar: en su extraño mundo de  ensueño, ella se ve a sí misma en tercera persona y como si estuviese difuminada, es como un fantasma, y puede desplazarse y ver a su alrededor a la gente que hay, pero los demás no pueden verla. Observa el mundo que hay a su alrededor, es gris y triste, y la gente va cabizbaja, demasiado deprisa para observar a su alrededor.  Todo el mundo va a trabajar, y viven para ello, sin ver lo que hay en su vida más allá del trabajo. Una tela cubre el mundo, la gente del sueño no ve que realmente todos son iguales, aunque desde arriba de la tela, se rían de ellos las personas que controlan el mundo, viviendo en la opulencia de sus lujos, pero pudiendo vivir gracias al trabajo que realizan la gran mayoría del resto de habitantes del mundo. Pero claro está, este pensamiento no dejan que la mayoría de la gente lo tenga, y ríen porque en realidad todos los que están por debajo de ellos en realidad sí son iguales, aunque estos dignatarios invisibles del mundo se han empeñado en dividirlos con falsas teorías, haciéndoles pensar que casi todos estaban en medio entre sus riquezas con las que controlan el mundo, y los que apenas se controlan a sí mismos o a sus vidas, ya que no poseen riquezas. Pero como el mundo lo dirigen los de las grandes riquezas... pues hacen pensar a los demás que aquellos pobres no valen nada, pero que teniendo las migajas que te dejaban los grandes, pues ya eras más importante.

El tiempo en el sueño se acelera, y por abusos de los dirigentes acaudalados, la mayoría de los habitantes del mundo comienzan a pasarlo mal, a no tener trabajo, y sentirse vacíos por esto, ya que les enseñaron que esto era su vida, una vida dependiente y totalmente utilitarista. Poco a poco la gente ante la frustración que les crea esta situación, empieza a rebelarse, y piden estar como estaban antes, o sea ingenuos y manipulados creyendo que tienen algo, cuando solo tienen las migajas que los dirigentes engordados por sus riquezas les querían dar. Pero estos habitantes no reclaman por los que no tienen, ni tenían nada, reclaman por ellos estar en la burbuja en que estaban antes. Pero jamás se acordaron, ni antes ni ahora de los más desfavorecidos, los olvidados que nunca tuvieron nada. Ni siquiera nada que perder, pero los ingenuos y engañados luchan por lo que les han quitado, y en vez de pedir más de lo que tenían, y luchar por las injusticias a que estaban, y están sometidos, luchan solamente por volver a la ilusión que los obtusos dirigentes les arrojaban. Y mientras tanto los dirigentes ríen por ver que buen resultado dio el lavado de cerebro al que sometieron a la gente, las necesidades que les crearon, y les anularon su capacidad crítica. Y siguen riendo esperando a que todo vuelva a ser como era.

En ese momento se despierta sobresaltada Quillen... está sudorosa y acalorada, y aunque está sofocada por la pesadilla, parece que respira mejor que cuando se acostó. Observa a su alrededor y poco a poco se relaja y le tranquiliza saber que todo solo ha sido una pesadilla, o no...


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